viernes, 15 de abril de 2016

Comorbilidad entre el trastorno depresivo...

Presentamos la reseña sobre el artículo: "Comorbilidad entre el trastorno depresivo y el trastorno de conducta alimentaria", escrito por María Isabel Comeche Moreno y publicado en la revista Casos Clínicos en Salud Mental en el año 2013.

Realizó: Alexi Enrique Aguirre, estudiante de V semestre de psicología de la UdeA - Seccional Urabá.
Revisó: Wilmar Jaramillo Gaitán - Docente del programa de psicología UdeA.



Comorbilidad entre el trastorno depresivo y el trastorno de conducta alimentaria


El artículo nos muestra, describe y cuenta la historia de una mujer la cual asiste a terapia por causa de una depresión, acompañada de momentos de atracones o ingesta compulsiva de comida, en su mayoría por las noches, hasta el punto de vaciar la nevera. Cada párrafo va enfocado en dar ideas claras del caso el cual se está presentando y seguidamente se muestra lo que se hizo para iniciar a tratar u intervenir a la paciente. Además, se relata los resultados que arroja la paciente después de la aplicación de test que ayudan y aportan a la comprensión de la situación que atraviesa la persona.

Es importante destacar que en el documento se pueden apreciar gráficas que señalan los debidos análisis antes mencionados y que dan mayor claridad al lector para la comprensión de lo que se está presentando en cada apartado. 

De acuerdo con lo antes mencionado, este documento es realmente fascinante, ya que aporta al crecimiento del conocimiento y sirve como guía o instructivo para situaciones futuras que se nos puedan presentar. Este caso expuesto en este artículo es, en mi opinión, algo muy particular, porque se suele atribuir que las personas con trastornos depresivos no tienen deseos de cuidarse ni mucho menos presentar una búsqueda para ingerir cualquier clase de alimentos. Finalmente me pareció apropiada la aplicación de los cuestionarios e instrumentos que utilizó la autora para intervenir en este interesante caso.

RESUMEN

Se presenta el caso de María, la cual es una mujer soltera de 32 años de edad que asiste a consulta terapéutica por un problema de depresión. Vive en Madrid (España), en donde labora para una compañía de alta cosmética, por lo que continuamente viaja y asiste a lujosas presentaciones y fiestas.

Ella cuenta que su problema de depresión se debe, a que hace dos años sufrió una ruptura con su pareja con quien planeaba casarse. Para ese entonces residía en Paris, por lo que solicitó su traslado a Madrid. Por lo sucedido se sentía sola, abandonada y sin ganas de divertirse ni trabajar (buscando encerrarse en su casa o en el hotel donde se hospedara en sus viajes de trabajo), dando indicios de sus síntomas depresivos. Relata que estuvo tomando Prozac (por consejo de una amiga) durante cinco o seis meses (una capsula de 20 mg. al día), antidepresivo que según dice no le así sentir del todo bien y al suspender su consumo sintió que volvía a hacer sus labores con similitud a como antes de comenzar el problema. 

Al volver a laborar como anteriormente, empezó a preocuparse nuevamente por su aspecto físico, el cual era de 58 kilos antes de su recaída y que ahora oscilaba entre los 64 y 65 kilos. Por lo que buscó ayuda de un médico endocrino para empezar una dieta, la cual sentía que en ocasiones era imposible de cumplir. En algún momento, ella empezó a preocuparse por recaer nuevamente en una depresión como hace dos años, preocupación que se vuelve realidad porque ha vuelto a estar apática, presentando crisis de llanto y volviendo a la práctica de vaciar la nevera de dulces como principal entretenimiento y consuelo.

Después de haber dado una imagen general del caso la autora nos señala los instrumentos de evaluación que decidió poner en práctica para conocer más sobre los síntomas depresivos y su intensidad, en donde acude al Inventario de Depresión de Beck cuyo cuestionario consta de 21 ítems, los cuales están formados por 4 frases (valorados de 0 a 3). Además, utilizó un auto-registro (AR) diario de alimentación para conocer el número de comidas, cantidad, tipo de alimentos, etc., que la paciente ingería durante el día. Aspectos que le ayudarían a la identificación de un posible trastorno de la conducta alimentaria.

Los resultados que arrojaron dichos instrumentos de evaluación señalan que María tiene un nivel moderado de depresión (cuyo porcentaje fue de 24) y aunque ella se califica como gorda, sus resultados arrojan que se encuentra en un indicativo de normopeso. Sin embargo, se puede notar que tiene una ingesta de alimento muy constante en el auto-registro. “El problema, tal como ella lo relata, es que tras uno o varios intentos de hacer la dieta de forma escrupulosa, suelen aparecer (sobre todo cuando está sola y aburrida) tentaciones de transgredirla, con pensamientos del tipo: ¿para qué me estoy esforzando si no tengo nadie a quien gustarle?..., al final, comer dulces es el único placer que me queda”. (Moreno, 2013, págs. 7 - 8)

Con los datos obtenidos de las primeras dos entrevista y con los aportados por los cuestionarios y el auto-registro, la autora realiza un Análisis Funcional en donde presenta los antecedentes, las conductas problemáticas que estos suscitan y las consecuencias que provocaban en la paciente.

Haga clic en la imagen para ampliarla.

Después de haber presentado estos datos importantes para el desarrollo de la terapia la autora nos relata los indicadores de motivación de la paciente, nos señala los objetivos que traía la paciente los cuales ya hemos resaltado en varios momentos, que son el no querer sentirse tan mal y el tener una figura como la que tenía anteriormente, es decir, su preocupación por el físico.

Teniendo esto claro, se trazan dos objetivos finales de terapia e intervención, los cuales son discutidos con María y se llega al acuerdo de que serían el de mejorar su estado ánimo y de regular su comportamiento alimentario. Ya para concluir, es de vital importancia resaltar que la autora desarrolla una intervención con esta paciente, en donde pone en práctica adecuadamente la estructura que se debe llevar a cabo para elaborar una terapia que deja con satisfacción, tanto al paciente, como al terapeuta que la realizó. En la terapia de este caso expuesto, la autora señala que se trabajó con María 18 sesiones, en donde se buscó suprimir la dieta restrictiva que se imponía para frenar el incremento de peso, la moderación de la frecuencia con que presentaba atracones disminuyendo el aislamiento e inactividad con el incremento gradual de actividades.

Después de haber trabajado este aspecto se enfatizó o en la reestructuración de las cogniciones desadaptativas, en donde se buscaba modificar esos pensamientos negativos como por ejemplo, “comer dulces es el único placer que me queda”.

Para ver el artículo completo en linea, puede dar clic al siguiente vínculo:
http://www.casosclinicosensaludmental.es/files/002_2013.pdf

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